El cobrador del semáforo
Antonio Bermejo Porto | León
ETIMOLÓGICAMENTE
semáforo es lo que lleva las señales. En la ciudad de León pronto acabará siendo
lo que lleva la pasta al Ayuntamiento. Antiguamente eran torres desde las que,
por banderas de día y luces de noche, se comunicaban las noticias. Los colores
vienen de la marina. Rojo a babor y verde a estribor. El barco que ve la luz
roja de otro, sabe que tiene que ceder el paso.
El primer semáforo urbano se instaló en el exterior del parlamento de
Westminster en 1868, de día imitaba las señales de ferrocarril y de noche
funcionaba con luces de gas rojas y verdes. Meses después explotó matando a un
policía y el ingenio pasó al olvido. Lo retomaron en Cleveland en agosto de
1914. Curiosidades históricas: desde el mes anterior, en Europa, millones de
soldados de infantería iban al matadero, mientras en Ohio –a orillas del lago
Erie– se entretenían regulando la procesión de los Ford T (de tin, lata). En
1961, los berlineses –grandes aficionados a desfilar– le agregaron la regulación
de los peatones.
En León se instalaron dos radares espía –los que retratan al díscolo– con gran
éxito recaudatorio. Uno lo acaban de quitar por descenso en el
rendimiento. Pero, Achtung!, para que no se resienta el negocio, el lunes
comenzará su colecta uno nuevo en la confluencia de Padre Isla con Álvaro López
Núñez. El estudio económico previo revela que se lo saltan unos 80
paisanos al día. Si no se coscan será medio millón al mes. Por eso los
ayuntamientos no quieren comunicar a Tráfico la pérdida de puntos.
Cabreando más al vecino desciende el beneficio y se acaba perdiendo
clientela.
La seguridad no es relevante en puntos donde no hay más bien jurídico
protegible que el arca pública. Saltarse un disco en rojo es infracción
grave y en principio conducta peligrosa (conceptos jurídicamente no siempre
coincidentes) pero en rotonda colapsada supone cumplir lo que ordenará el guri
en cuanto se baje de la moto.
Hace años pasé a 75 la primera señal de 50 en un estirado y desolado pueblo de
Valladolid. Como no pagué voluntariamente y aprovechando que era zona
escolar, me quisieron quitar el permiso por el especial peligro creado para los
infantes mochileros a las 6 de la mañana de un domingo. Desde entonces las
pago todas.
Fuente: https://elmundo.es/elmundo/2011/09/10/leon/1315687360.html
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