Saber
comunicar
Escribe | José C. García Fajardo
El
voluntario tendrá mayor facilidad para la comunicación si posee el suficiente
autocontrol emocional para saber hasta dónde o hasta cuándo implicarse. Cuando
su misión alcanza su límite, será preciso derivar la situación hacia otro
servicio o hacia un profesional.
También son importantes la autoestima y la auto aceptación, que facilitarán que
los demás nos acepten a nosotros mismos. Como voluntarios, debemos aprender que
debemos respetarnos y reírnos de nosotros mismos si queremos transmitir
autoestima al otro.
Tener clara nuestra motivación como voluntarios transmite seguridad y puede
ayudar a dar continuidad a nuestro servicio. La empatía y una actitud positiva
dotarán de autenticidad y de credibilidad a nuestro voluntariado.
La confianza en el “ayudado” y una actitud positiva facilitan la constancia y la
intensidad de nuestra motivación. Es necesario creer en la potencialidad de la
otra persona para cambiar su situación. La tremenda capacidad de superación del
ser humano ha quedado demostrada a lo largo de la historia.
La ausencia de juicios moralizantes es fundamental, pues somos voluntarios, no
jueces. Y como tal aceptaremos a la otra persona tal como es, no “a pesar” de
cómo es.
No hay que abusar de frases que inviten a no sentir: “No importa, no te
preocupes, no pasa nada, todo se arreglará...”. Más bien hay que ayudar a asumir
dentro de la realidad y en el contexto de cada persona las situaciones
desagradables para encontrar soluciones particulares. Si el voluntario usa un
“No te preocupes”, tendrá que argumentarlo porque, si no, quedará como una frase
hueca.
Tampoco conviene recurrir a genera-lizaciones extremas que nos hagan cons-truir
todo un mundo a partir de un pequeño detalle que nos muestre una persona. El
tono de voz y el aspecto físico de una persona nos puede llevar a deducir que es
to-xicómano, probablemente inculto, casi con seguridad habrá robado y, por lo
tanto, debe haber estado en la cárcel y posiblemente esté infectado de SIDA,
características que le hacen ser no muy fiable para un tratamiento de
reinserción... y todo por un aspecto físico que perfectamente puede no coincidir
con la realidad de esa persona.
Esto tiene mucho que ver con los prejuicios infundados y nadie posee enteramente
las características de ningún grupo; cada uno poseemos particularidades y
diferencias que nos hacen únicos y como tales ha de tratar el voluntario a los
beneficiarios del programa en el que actúe.
La cordialidad, cualidad del corazón, la honestidad y el calor humano nos
permitirán ganarnos la confianza de los otros, de manera que nos resultará más
fácil corregir errores, ser firmes o decir verdades si llega la ocasión.
Fuente: https://eldebate.com.ar/despliegue.php?idnoticia=79420&idseccion=18
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