Página de cuento 361
Siete y media de la
mañana
Entonces, como todavía es temprano para mucho, aunque no para todos, porque
siempre es lunes, todos los días son lunes cuando son las siete y media, como
todavía es agudamente temprano, el cobrador al que le di 20 pesos camina
despacio, se aleja por la calle pequeña y oscura trazando una perpendicular
invisible con respecto a la línea de casas de
la cuadra.
El sol no aclaró aún el horizonte este y los veleros
apenas destellan como reflejo de las luces de
la Rawson. Chau
cobrador, hasta el mes que viene, cuando te vuelva a ver y a deber. Por ahora,
las cenizas se disiparon del cielo negro, no se ven. ¿Será esto maravilloso? Los
árboles esperan que pronto aclare, tienen que respirar algo de luz, al menos una
tenue fragancia de luz en pequeñas gotas de luz. Parece nublado. Qué frío.
Cierro la puerta, camino entre los muebles del living en penumbras. Voy a la
cocina, la radio está bajita, no entiendo nada.
¿Hay que opinar de política o de fútbol? Me pregunto. Acá lo más importante es
que el sol salga. Nada más, lo otro es una minucia. ¿Hay que opinar de arte?
¿Hace falta decir que los neologismos del idioma degradan el lenguaje o lo
enaltecen? O bien, que el arte es lo que el dinero determina que es. Si un
cuadro es comprado en millones de dólares pagados por una multinacional o por un
magnate petrolero, entonces es una obra de arte, sino, es simplemente un
cuadrito lindo.
Suena el timbre, quién es, buenos días, soy el recolector de residuos, tiene
algo para tirar, sí, pero no sé qué hacer, estoy en un dilema, mire, pinté este
cuadro, pase, pase, por favor, no sea tímido, es que estamos apurados, tenemos
el camión en marcha en la esquina, y si no me apuro me deja a mi e incluso a la
basura, y si no tiramos la basura a la basura, entonces nunca sabremos si era
realmente basura, pero pase un segundo, por favor, mire este cuadro, son dos
mujeres desnudas, una está mirando hacia arriba, por encima del hombro de la
otra, parece como si algo allá arriba le llamara la atención, podría ser alguien
que la está mirando, claro, como buen recolector puedo decirle que quien la está
mirando es el que la pinta, porque no sería nada sencillo pintarla sin mirarla,
y como ella sabe eso, es decir, que la están mirando, igual mira hacia ese lugar
como sorprendida, es una forma de seducir, le gusta esta pintura o le parece una
basura, la verdad que está bastante fea, no tiene profundidad, la combinación de
colores es banal, es decir, la chica es bastante poco agraciada, pero yo me la
imagino hermosa, usted mira el cuadro e imagina, claro, por supuesto, para qué
sirve una obra de arte si no es para interpretarla por los propios medios de
uno, o acaso el autor pretende que yo piense o haga lo que piensa o hace él, qué
gran egoísta si el autor pensara así, me quiere hacer que yo, un simple
ciudadano, asocie mis cavilaciones con las de él, pero, quién se pensará que es,
no, no, no, eso no es un artista, un artista debe someterse, desde el mismo
instante en que crea, al cruel designio de cualquier otro, un autor es ni más ni
menos que un ser sometido a los caprichos de quienes lo valoran, y cuando le
dicen qué lindo lo que hizo, debe sentirse juzgado de la misma manera que si le
dicen qué porquería, y no debiera interesarle eso, lo único que debe preocuparle
es la basura, es decir, tirar a la basura la obra, así se gesta un creador, y
sino, fíjese en el sol, quién lo habrá creado, habrá sido Dios, como muchos
suponen, el máximo artista de la historia, pero no se pregunta si a nosotros nos
gusta el sol o no, si nos gustan las nubes, o la noche, o las cenizas, el sol
sale y listo, ya está, nada más que agregar, y tira los rayos solares por todos
lados, sin pedir permiso ni preguntar si los demás están de acuerdo, por lo
tanto si usted quiere ser un artista, no me pregunte si me gusta, eso lo
convierte en un anartista, pero no se preocupe, puede evolucionar, cuando no
pregunte más, entonces, qué hago, lo tiro a la basura, y esto nada más tiene
para tirar, no, además tengo unas cáscaras de zapallos, de papas y de cebolla
del puchero que hice ayer, lo hizo con carne, y los huesos de caracú, esos no,
se los di al perro, estaba rico el puchero, riquísimo, con decirle que me comí
tres platos, vio, eso sí era una obra de arte, y más aún porque desapareció,
nunca conoceremos a los verdaderos artistas, porque las obras cumbres del arte
de la humanidad no existen más, nunca podrían haber existido más allá del
instante siguiente de su creación, como la música sin grabarse, o los discursos
sin escribirse, bueno, llévese el cuadro entonces, métalo en la trituradora
junto con las cáscaras, vaya nomás, imposible, ya es tarde, el camión se fue, el
cuadro se queda acá nomás, a la vista del mundo, y nunca será una obra de arte,
solamente será un cuadro más, pero discúlpeme, ya que me tengo que quedar porque
el camión me abandonó a mi suerte, porqué no se ceba unos mates y escuchamos en
la radio los pronósticos del tiempo, parece que hoy va a llover.
Fuente: https://diariodemadryn.com/vernoti.php?ID=133956
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