Las personas aportan a las empresas capacidad de rendimiento, que se verá afectada por diversas situaciones que actuaran como motivadoras o no. Los estímulos serán los que generen en los individuos motivos o fuerzas que los impulsa a realizar actos.
A partir de que la psicología comenzó a desarrollar el concepto de causalidad, se deduce que la conducta no se origina en forma espontánea ni por azar, sino porque existen una serie de motivos que la impulsan, es por eso que cuando se comienza a estudiar la motivación de la conducta, se estudian también los factores que la originan, sobre todo cuando el hombre se encuentra formando parte de un grupo social como es el que participa un trabajador en una empresa.
A veces ocurre que el personal de una empresa no cumple con sus tareas de forma en que se le solicita, esto sucede porque la organización carece de una política de incentivos adecuada.
Las empresas muchas veces recurre a los incentivos como premios tangibles o intangibles por ejercer una acción y éstos actúan como una influencia positiva que estimulará el esfuerzo de una persona
Es importante señalar que las empresas tienen dos funciones básicas a desarrollar dentro de sus actividades específicas:
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Producir y distribuir un producto con el mayor beneficio posible
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Tratar de que los individuos y los grupos que desarrollen sus tareas en las empresas, trabajen con la mayor eficacia, conjunta y solidariamente.
Para el cumplimiento de este último propósito es necesario que los trabajadores se encuentren debidamente motivados en sus tareas y la aplicación de incentivos será la que logre esa acción positiva en todos ellos.
Ahora bien, ¿Qué tipo de incentivos puedo ofrecer?
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Brindar a los empleados una participación en las ganancias
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Ofrecer la posibilidad de trabajo por tareas, a destajo o con prima de producción
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Servicios médicos y sociales
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Seguros de vida
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Bonos
Todo esto modificará las motivaciones de los empleados:
Surgirá el deseo de aprecio, seguridad, afecto, prestigio social, respeto, mejoras en el ambiente de trabajo, cambio en las relaciones entre compañeros y el trato habitual con los superiores
En conclusión, si queremos lograr tener a los trabajadores motivados, debemos reconocer más frecuentemente todos los logros que se produzcan, por lo general, es más fácil destacar los errores, los fallos, que los éxitos. Es más simple realizar un castigo que un incentivo, con los castigos se aprende, se evita que se vuelva a caer en un error, en cambio el incentivo fomenta respuestas alternativas, reforzando el comportamiento deseable, se estimula, logrando que el trabajador tenga un mejor rendimiento.