Dos
meses después de que Fernando Carpena, presidente de la Federación, le
anunciase por teléfono y de forma inesperada que no le renovarían el
contrato en 2013, Anna Tarrés compareció en el foro AS para hablar de la
exigencia en el deporte de alto rendimiento.
Un marco para que la todavía
seleccionadora del equipo español de natación sincronizada defendiese
públicamente su método de entrenamiento en la élite como respuesta a la
carta publicada a finales de septiembre por 15 exnadadoras que acusaban a
Tarrés de maltrato psicológico.
Exigencia y excelencia fueron los dos
conceptos más utilizados por la entrenadora durante la hora en la que habló
de su larga y prolífica carrera en la natación sincronizada. Tarrés fue
tejiendo su discurso entorno a la polémica surgida a raíz de su despido, que
por momentos sonó más a justificación que a coloquio. “El éxito de la sincro
reside en establecer objetivos ambiciosos, pero reales y en saber motivar a
tus nadadoras”, declaró la catalana, sobradamente avalada por las 55
medallas olímpicas, mundiales y europeas que logró en sus 15 años en la
élite. Con la misma coletilla invadiendo todas sus frases, la entrenadora
barcelonesa describió, a veces titubeante, su método de entrenamiento, un
método muy exigente y, a la vez, muy cuidadoso basado en “sacar lo mejor de
las nadadoras y ponerlo a disposición del equipo”, sin olvidar “la
motivación y la comunicación de la entrenadora con las deportistas” para
combatir el “desgaste físico y psicológico” que producen tantas horas en la
piscina. “La mayoría de los entrenadores saben entrenar, pero no motivar”,
alegó la barcelonesa.
Cuando habla de las medallas logradas, la entrenadora pionera de este
deporte en España no disimula su pasión, aunque en la federación ya no
cuentan con ella. “No soy imprescindible”, asegura. “Todo el mundo merece
una oportunidad”, dice con respecto al nuevo equipo técnico; “los buenos
entrenadores requieren su tiempo, y es el tiempo el que pone a cada uno en
su lugar”. Habla sin acritud sobre sus sucesoras, entre las que se encuentra
Gemma Mengual, y añade: “Los proyectos salen adelante por las personas y da
igual si dispones de todos los medios, si al final esas personas no son
competentes”.
Busco constantemente la excelencia y alcanzarla cuesta mucho
dinero”
La seleccionadora sin cargo no quiso profundizar en los motivos que
llevaron a esas exnadadoras a publicar la carta y señaló que competir en la
élite “conlleva por momentos un nivel de frustración que no todo el mundo es
capaz de asumir”. Para Tarrés el límite en el deporte de alto rendimiento es
aquel que está “consensuado por entrenadora y nadadoras”. Lo único de lo que
la pueden acusar es de “ser muy pesada a la hora de pedir” y se justifica
por ello: “Busco constantemente la excelencia y alcanzarla cuesta mucho
dinero”.
Aunque reconoce que en el plano personal le ha afectado muchísimo las
acusaciones vertidas en la carta, Tarrés no renunciaría “a ninguna medalla”
por no verse salpicada por el escándalo. El próximo lunes se verá las caras
en el juzgado con Carpena, a quien ha demandado.