FÓRMULA MÁGICA PARA
COBRAR MÁS
Autor: Dr. Eduardo Jorge Buero
Especialista y Disertante Internacional de Cobranzas
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Cada vez que, en un taller
de capacitación que realizo, menciono a los asistentes que conozco la
fórmula mágica para cobrar más me miran sonrientes, algunos pensando:
“¡qué va a tener la fórmula!” y otros: “¡qué bueno, vamos a enterarnos
de cómo cobrar fácilmente!”.
Eso
pasa siempre, algunos son desconfiados de que exista algo mejor de lo
que hacen todos los días y otros quieren que les den mágicamente el
método para presionar un botón y cobrar. Resistencia al cambio y
resistencia a tener que trabajar más.
Respecto a la resistencia al cambio hay libros y libros que tratan sobre
cómo adaptar a los empleados y directivos a las transformaciones de las
tareas y de la empresa.
Sobre la resistencia a trabajar más, en realidad hay poco escrito,
porque todo lo que viene impreso de ese tema llega del gran país del
norte y allí parece que no existiera el “vago”, que todo está fríamente
calculado y que cada uno cumple o no los objetivos pero no por falta de
ganas de hacerlo sino falta de ”motivación”, “liderazgo”, “comunicación
asertiva” y muchas cosas más.
En cobranzas es básico tener ganas de cobrar, hambre de triunfar, deseo
de lograr torcer la voluntad (aunque a veces también un cuello) del
deudor y de que éste elija pagarnos a nosotros.
Volvamos a la fórmula mágica, entonces, les aseguro que no tienen que
trabajar más sino mejor o más estratégicamente. Y adaptarse al cambio es
fácil, porque apenas se pone en práctica se ven los resultados y ése es
el mejor incentivo.
Cabe aclarar que es en realidad una buena y una mala noticia a la vez.
Una buena porque existe, y eso es muy bueno; y una mala noticia porque
en realidad está dentro de cada cobrador.
Los componentes de la fórmula son sólo tres:
1. Máximo esfuerzo. La mitad de las cuentas que no cobro es
porque no las gestiono con todas las ganas de hacerlo, o para no
“molestar”, o porque no me animo, o porque pienso que no voy a cobrarla.
En un taller una asistente me dio un ejemplo que me parece refleja y
sintetiza este concepto:
“Había estado llamando a una empresa y no pude ubicar al tesorero por
nada del mundo: que estaba en reunión, que había salido, que no había
llegado, y nunca recibí respuesta ni llamado de él o su gente… Entonces,
el lunes siguiente a las 6 de la mañana, en mi casa, busqué en la guía
telefónica el teléfono de la casa y lo llamé… Atendió él, se sorprendió,
me dijo: “¡Cómo me llama acá, señorita!” Y yo le dije: “Porque lo estuve
buscando toda la semana y no me devolvió el llamado, y el problema de su
empresa debe solucionarse. ¿Cuándo viene, hoy o mañana?” Y me contestó:
“Hoy mismo voy, pero no me llame más aquí”. Y pasó ese mismo día.
Ahora bien, yo pregunto: ¿cuántos cobradores llamarían desde su casa a
las 6 de la mañana para ubicar a un deudor de la empresa donde trabaja?
Eso es máximo esfuerzo y decide el cobrador hacerlo o no. Ya dije que
cobrar más depende sólo del cobrador. ¿No es cierto?
2. Insistencia: El deudor le paga al que más le insiste, es
indudable. Por cansancio, por molestia, por actitud, por presencia.
Siempre digo que al cobrador no le “tienen que entrar las balas” y
seguir y seguir. Un ejemplo perfecto es el policía en la película
Terminador 2, que persigue a pie al auto donde va el protagonista con la
mujer y el hijo. Le tiran tiros pero sigue y sigue. Eso es insistir.
¿Cuántos cobradores abandonan pronto? Muchos. ¿Quieren cobrar? Sigan.
3. La oportunidad. Todos los rubros y negocios tienen una época
del mes en que tienen mayor flujo de caja y, si bien debo insistir
seguido, esos días de mayor flujo tengo que imprescindiblemente
contactar al deudor porque tengo mayores posibilidades de cobrar; o sea
de que no le pague a otro que no lo llamó y me pague a mí que SÍ LLAMÉ.
A veces conozco perfectamente esa fecha por la información en la
solicitud de crédito, otras por el conocimiento del rubro, pero ¿cómo se
sabe cuando tiene plata el deudor?
PRE-GUN-TAN-DO
Es más fácil de lo que parece. Cuando le pido que cancele la deuda hoy o
mañana, el deudor dice: “No, es imposible antes del 20”, y yo pregunto:
“¿Por qué el 20?”.
Lo mismo si es una deuda familiar, si es empleado mensual, a principios
de mes; si es quincenal, en la quincena; y si es de changas, los
viernes. Recuerde que es imprescindible adaptar el cobro a la frecuencia
de ingresos del deudor.
A partir de estos tres conceptos parto definiendo una política de
gestión rápida. Apenas no se paga la factura, defino las herramientas
que voy a utilizar para gestionar –teléfono, notas de distinto tenor,
visita, carta documento, abogado–, los tiempos de gestión, los valores
que voy a aceptar, hasta cuánto me conviene ceder o refinanciar y hasta
dónde no, etc.
Pruébenla, es infalible.
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