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PINOCHO, EL HADA Y EL COBRADOR ENFERMO

 

EDUARDO BUERO Especialista y expositor internacional de cobranzasPor EDUARDO BUERO

Especialista y expositor internacional de cobranzas.

 

En un pueblo alejado de una provincia cercana había una fábrica de muebles llamada GEPETTONE donde los productos pueden abonarse por los compradores tanto de contado efectivo como con tarjeta de débito, tarjeta de crédito y también en cuotas con una cuenta personal.

 

El criterio de otorgamiento de los créditos para una cuenta perso­nal era muy simple para ellos, porque Don Gepettone, de casi 70 años de edad y 50 con el negocio, aprobaba todos los créditos sólo si conocía al cliente y merecía su confianza. Si no, no daba financiación.

En una oportunidad estaban instalando una nueva panadería en el pueblo. El dueño era nuevo en esa comu­nidad y tenía que amoblar su casa, era un muchacho llamado Pinocho y fue a comprar algunos muebles para su hogar. Como no lo conocía, Don Gepettone no quería financiarle, además no podía justificar ingresos aún, recién aparecía por el pueblo. La respuesta fue no.

 

Ante la insistencia del muchacho y su apariencia joven y confiable, la señora de Gepettone le dijo que podría ser hijo de ellos por la edad y que tenía cara de bueno, hasta dijo “Mirá viejo, así tan prolijito, hasta parece un muñequito” y sugirió que se lo otorgue el crédito. Esta mujer fue como un hada para Pinocho.

Y Pinocho tuvo sus muebles, abrió la panadería y empezó su nuevo emprendimiento.

 

La verdad era que la merca­dería no era rica, no estaba bien presentada y no vendió lo que esperaba. Conclusión, empezó a estar en mora con el crédito de los muebles en­tre otras cuentas.

 

Claro, Don Gepettone empezó a llamarlo, a visitar la panadería, y la respuesta de Pinocho era que “en la semana le pagaba”, “en el siguiente fin de semana seguro”, “ahora vienen las fiestas con los pan dulces le pago”, “ahora vienen pascuas con las roscas junto el di­nero y le pago”, siempre mentiras.

 

El pobre hombre, ya con edad avanzada y algunos problemas de salud tuvo, de los nervios que le produjeron las mentiras, un ataque al corazón y lo tuvieron que internar en el sanatorio LABA-LLENA de la ciudad cercana.

La señora de Gepettone sorprendida, angustiada, desilusionada se acercó a la pana­dería y le comentó a Pinocho lo que pasó y le dijo cómo se sentía y que le había fallado a la confianza que ella y solo ella, como si fuera un hada, había deposita­do en él y que le pagó con mentiras y ahora estaba enfermo su marido por su culpa. Le dijo que tenía que solucionar su problema rápido para que el marido se mejore. Eso iba a ser conocido en el pueblo y podía ayudarlo si lo hacía o hundirlo más si no lo hacía.

 

Pinocho se puso muy mal, com­prendió la situación y fue a visitar a Gepettone a pedirle disculpas.

Cuando estaba por entrar en la habi­tación del mueblero, Pinocho se puso tan nervioso que le subió la presión y lo tuvieron que internar también a él y como no había más camas lo inter­naron al lado de Gepettone.

De a poco comenzaron a conversar. Intercambiaron el pollo hervido con la compota de manzana y entablaron un vínculo que parecía padre-hijo.

 

Gepettone le aconsejaba sobre cómo salir de la situación, cómo vender mas en ese pueblo, cómo mejorar los productos y también cómo conseguir dinero para pagar las deudas. En ese sentido le empezó a preguntar sobre algún amigo de Pinocho, un familiar que pudiera sacar un crédito y prestarle ese dine­ro y con eso saldar las cuentas y empezar de nuevo generando ingresos y así devolverle mas tarde al familiar o al amigo que seguramente lo iban a esperar para ayudarlo.

 

Pinocho recordó a un amigo de la in­fancia, José Grillote y le escribió una carta ayudado por Gepettone. Grillo­te se acercó al sanatorio y le dijo que le prestaba el dinero y que no necesi­taba, por ahora, que se lo devuelva. La alegría fue tal que se mejoraron ambos y salieron como expulsados
del sanatorio LABA-LLENA.

 

A partir de ese gesto, Pinocho pagó su deuda, la Sra. Gepettone lo perdonó y comenzaron un nue­vo vínculo entre todos.

 

 

Fuente: https://revistaganamas.com.pe/index.php/component/content/article/10-paginas-vacias/40-pinocho-el-hada-y-el-cobrador-enfermo

 

 

 

 

 

 

 

 

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